sábado, 3 de marzo de 2012

Charlie



03 marzo 2012


Tal día como hoy, hace ya un año, tras una aciaga mañana, me pasó algo de lo que vengo ahora a recordar en beneficio y conformidad de mi espíritu rebelde, el cual, no se muy bien por qué, siempre aparece tras alguna de esas que yo llamo, estúpidamente, largas noches toledanas.

Flor María y la demolición del individuo
…………… estaba sentado en la cafetería que hay en Gerona, casi esquina la Montanyeta, relajándome, pero hete aquí que ahí, mientras estaba resoplando ira por todos los poros de mi piel, noto un tic-tic de un dedito en el hombro y una voz socarrona de esas de cantante de rock: “¿Tú eres Enrique, verdad?” y zas, leches, era mi amigo Charlie, el de los solares difíciles, el incansable buscador de suelo imposible, el que siempre te llamaba en medio de una reunión para contarte que tenía el mejor terreno del universo para mi y solo para mi, porque era su amigo. Pues sí, ese luchador infatigable estaba ahí, sentado al lado mío, en una de esas románticas mesas redondas de mármol que en ese local yacen, y que siguen ahí desde los últimos treinta años, al menos.
Charlie estaba tocado, quiero decir que no tenía buen aspecto, barba de dos días y cara de haberse tomado ocho carajillos y ningún bocata, ni nada parecido en mucho tiempo.
“Qué quieres que te cuente, Enrique, cuando tu te volviste de Valencia para Alicante, yo me largué a Palma M con aquella chica peruana de los mesones de  Campanar, monté una empresa de servicios y un lío espectacular con varias empresas y también las tuve con dos novios que le salieron a Flor María pues ya sabes como estaba la niña”
¿Estaba?
“Si, me dejó o la dejé, eso era la casa de todos, allí había mas copas y mas alterne que en los del Astoria”
Pero tú estabas casado Charlie ¿que pasó?
“Pues que un día me enganchó Elena con la Flor María en casa, tuve mala suerte, era un día que ella se puso mala y volvió antes de la hora a casa y me pilló. Pero daba igual, no nos iban las cosas bien, yo me pasaba la vida viajando y ya sabes lo que es eso, me convertí en una especie de marinero que busca amor en cualquier puerto”
Pues si es mala suerte amigo, me parece que es la que te buscaste
“Puede, Enrique, pero lo peor vino después, cuando Flor María me dejó, tuve que hacer frente a tres denuncias por agresión, una a ella y dos a cada uno de sus dos novios, uno quedó maltrecho, pero tuve suerte y no me enchironaron de milagro, los chicos eran negritos de Cuba, o de por ahí y el juez, ya sabes como resuelven estas cosas”
Le miraba y no me lo creía, ¿como se puede acabar así, Charlie?
“No lo se”
¿Y ahora que haces?
“Pues nada de nada, me he venido a Alicante siguiendo a  mi chica, una Murciana que vive en Agost y que ahora está ahí, en el seguro haciéndose pruebas, estoy jubilado, me pagan 875 € y con lo que ella saca limpiando escaleras vamos tirando”
Pero, ¿y todo lo que ganaste: tu casa, tu Mercedes tu apartamento en El Puig, que pasó?
“Me arruiné en Palma con la empresa que tenía y lo perdí todo y, además, tuve que afrontar indemnizaciones para Flor María y sus negritos para que retiraran las denuncias. Luego mi mujer se cebó conmigo a la hora del divorcio y lo peor es que ni ella ni mis hijos me hablan y ni siquiera quieren saber de mi”
¿Necesitas algo, Charlie?
“No, Enrique, gracias, si acaso no vayas contando a nadie que me has visto, tu ya me entiendes” …………………

Tras un encuentro así, el que tuve ese día, mi conformidad pasa, o debiera pasar, por acordarme mucho de Charlie y de lo cerca que todos, sin duda, hemos estado alguna vez de convertirnos en otro Charlie.
 

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