27 enero 2014
Yo seguía jugando, en el suelo, en la misma habitación, junto a su preciosa máquina de coser PAFF que era una verdadera joya. Ella hacía sus camisas y yo inventaba mis juegos. Escuchábamos juntos la radio, los cuentos y hasta las novelas. Me acuerdo de aquella novela radiofónica que se llamaba “Vuelo Madrid la Habana” o algo así, que la seguíamos en silencio y de un modo tenso. También le hacía preguntas sobre los problemas de matemáticas del colegio … “Si Juan tiene tres pesetas y la barra de pan cuesta cincuenta céntimos ¿Cuantas barras puede comprar Juan?” A Ella le costaba explicarme como se plasmaba la solución en el papel pero me daba el resultado … Pasamos muchas horas juntos, ella dale que dale a la PAFF y yo con mis juegos y mis preguntas. Un día le pregunté: ¿Tú no te morirás nunca, verdad, Mamá? – Paró la máquina y noté un gran silencio. Me levanté y la vi allí, con los codos sobre la máquina y la mirada en ningún sitio. Se volvió, me cogió por los hombros y me dijo; “Claro que no, hijo, claro que no”. Al tiempo descubrí que la verdad es muy difícil de explicar, tanto que a veces, conviene sortearla. Hay un momento para cada explicación y una explicación para cada momento. Mi madre murió en el 92 pero desde ese día y hasta hoy mismo, me di cuenta que ella tenía razón, nunca me ha dejado.
La mía hace mucho que me dejó, eramos jóvenes, ella para morir y yo para conocer la muerte tan de cerca. Pero tienes razón, cada día aparece mi madre, por algún motivo o sin motivo alguno, en mi vida.
ResponderEliminarNos pasa a todos, detalles. A mi, curiosamente, a medida que mi agenda se me acaba, mucho más. Un abrazo y un honor verte por aquí.
EliminarJoder, Enrique, masmocionado. JA.
ResponderEliminarEstas empeñado en convertirme en un llorón, y lo estás consiguiendo..........Mi hija me hace preguntas parecidas de vez en cuando,,,,,,,que duro se hace vestir la realidad!
ResponderEliminarA veces, se hace imposible, amigo argy. Este post viene porque a mi ya me han hecho esa misma pregunta y me acordé enseguida, bueno, siempre me acuerdo de ella..
EliminarCon estas palabras, Enrique, creo que comprenderás todo lo que he sentido al leerte: entrañablemente conmovedor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si, gracias, amigo Campillo, sí. hay imágenes que no se borran nunca y será por eso que me apuntas: Entrañables y conmovedoras.
EliminarHay verdades que duelen mientras vivimos.
ResponderEliminarUna dolencia muy dulce, en este caso, para mi, María Luisa. No consigo recordar lo que hice ayer y, ahora, cada vez más intensamente, me fluyen esos momentos en mi imaginación de dulce recuerdo.
EliminarQue maravilloso y emocionante lo que escribiste en ese día.
ResponderEliminarTe leo en silencio porque no quiero que te veas obligado a ir a mi blog, ya que siempre he considerado que esto de los blogs es un toma y daca, como se suele decir.
He llegado hasta aquí porque he leído tu última entrada y he visto "aquí guardo mis bloguerías más queridas", y como tantas otras que te he leído, me ha parecido una preciosidad igual que la reciente.
Un abrazo, y que sigas mucho tiempo escribiendo cosas sencillas y tan hermosas.
Ay, Elda, me has hecho recordarla y eso es, siempre, vivir momentos emocionantes.
EliminarGracias. Por cierto, quien es capaz de sentir al leer un texto como este debe escribir como los ángeles, por tanto, desoyendo tu consejo, voy a ver si consigo llegar hasta tu blog.
Un abrazo.
Ay, Elda, me has hecho recordarla y eso es, siempre, vivir momentos emocionantes.
ResponderEliminarGracias. Por cierto, quien es capaz de sentir al leer un texto como este debe escribir como los ángeles, por tanto, desoyendo tu consejo, voy a ver si consigo llegar hasta tu blog.
Un abrazo.