domingo, 11 de octubre de 2009

¿Qué le pasa a la gente?


11 octubre 2009: 

Vaya Domingo. Leo que a mi amigo Luis, el ex edil, le insinúan todo tipo de virtudes por haberse hecho rico sin saber nadie cómo, y eso solo siendo Alcalde durante 13 años. ¿Cómo puede haber gente tan mala?

Siempre me emocionan las matinales de cine. Desde aquellos 50 en que Mi Agustín se levantaba a las seis de la mañana para ir a la cola del Cinerama, en pleno Paralelo, o para las del Cine Pelayo de mis amores, aquél en el que vi morir a “Deivid Cróquet” en manos del General Santana. No sé por qué, pero eso es así, muchas, pero que muchas cosas se quedan ahí en el fondo del recuerdo y resulta que solo el alma es capaz de moverla a su antojo. Cuantas cosas dichosas me vienen siempre a la luz de mi pantalla emocional.

Esta mañana he visto la película de “Qué les pasa a los hombres”. Impresionante, un cine para solo dos personas y lo peor; un frío de pelotas. Un poco larga, algo cruda y algo dulce, hay de todo, pero nos hemos emocionado, los dos, cuando el Ben Affleck le muestra el anillo a la Aniston. A mí me encanta, y me extraña, que todavía sea capaz de emocionarme por cosas sencillas.

Luego el remate. Una feliz comida en un italiano de lujo, de lujo para mí.

Al fondo, detrás de nuestra mesa, había un matrimonio de unos treinta y tantos, que han pedido pizzas y chuches comestibles de todo tipo para confortar a unos ruidosos y nerviosos enanos, criados en la escuela del demonio. No se han dirigido la palabra.
Más allá, otra pareja, de unos cincuenta y muchos, además de mantenerse indiferentes, pero al menos no agresivos, a él se le iban los ojos detrás del botón suelto de la camisa de la Venezolana que ponía los platos, mientras ella se ponía a hablar por teléfono con alguna hija. No han cruzado palabra alguna en todo el tiempo que hemos estado allí.

Todavía más allá, había un viejo, más viejo que yo, quizás con bastantes más de setenta, corbata negra, camisa blanca y americana de domingo, oscura como su mirada, como el fondo de sus grandes ojeras. He cruzado su mirada con la mía, se me ha quedado mirando un buen rato hasta que al final me ha sonreído. Luego se ha puesto a “marranear” no sé qué cosa pastosa tenía en el plato. Eso se ha repetido varias veces. La última, me ha levantado el dedo del César en señal de “Vive”, a la vez que agachaba la cabeza y me ha parecido que se ponía a sollozar.

He cogido, una vez más, la mano de MI NIÑA y le he dado tres besos sobre ella y ella ha hecho mas, se ha semilevantado y desde el otro lado de la mesa, y sin que yo me levantara, me ha dado un dulce beso que me ha sabido al mejor de los premios el que yo quisiera darles a todos aquellos compañeros de local, a los que no sabría cómo convencer, de que la vida es para vivirla, y con la gran cantidad de cosas que hay por hacer y ver en este mundo, ¿Cómo es posible que la gente se aburra tanto?

Luis, el Médico Formador, me manda esta joya para animarme el día y la vista.
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Ciudad Inca "La Montaña Vieja", (Siglo XVI)
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