Llevo ya dos días proponiéndome no dejar de lado un acontecimiento de esos que te deja con los pies en el mundo real, en el de tu era, en aquél en el que solo vives. Murió José Guardiola, si, ese cantante de voz melosa, a veces tremendamente odiosa por todo aquello que representaba de seriedad, concierto, afecto a las costumbres y todo eso que supone las cosas bien ¡hechas en una época en que todos nosotros no estábamos mas que por la revolución, el amor libre y la descoyuntura social. Yo era mas de Beatles, Sirex, Miguel Ríos, The Kinks y The Animals, no es que fueran de lo mas agresivo de la época, pero ese era mi grito musical. Odiaba, entre comillas, a Los Mustang, Lone Star, Dúo Dinámico y hasta el Pepe Hucha que es como, popular y despectivamente, los progres de la época llamábamos al de “Di Papa”, al ínclito José Guardiola. Pero como todas las cosas antiguas, y desde hace ya muchos años, y al margen de que él, el José Guardiola, fuera seguidor de honor de mi querido Espanyol de Barcelona, el extraordinario cantante subió a mis altares musicales por un “nosequé” emocional. Acordarme de la admiración que provocaba entre la muchachitas de la época y entre ellas, mi hermana y mi propia Madre, sería definitivo para reconocer ese error histórico en mi. Ahora se fue para no volver, a sus 82 y, si, cuando algo que fue importante en tu vida se va, si, algo tuyo se va.
Ay, mi pasado querido: Como te quiero, pero futuro que alimentas diablos y serpientes en boca de todos,a ti, aunque no se si te lo mereces, a ti, aún te quiero más.
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