lunes, 10 de septiembre de 2012

Juana estaba llorando


El final del verano, llegó ………..

10 septiembre 2012


Juana estaba llorando cuando llegué. Lo hacia en un rincón de la barra, pero al verme, hizo como si fuera la chica mas feliz del mundo: “¿Un cortadito como siempre, Enrique?” – Bastó con mirarla a la cara para que empezara a contarme lo que le sucedía.
– Juana se enamoró de un guapo ejecutivo, cliente de todos los días, que tomaba su tostadita de pan integral, aceite verde y tomate rallado encima. Para mas desdicha, Pedro, que así se llamaba el galán, estaba casado y, como todos los de su especie, estaba terriblemente triste pues su mujer no le comprendía. Contaba que tarde o temprano la dejaría pero que no se atrevía a decírselo. Así Pedro acabó enamorando a Juana hasta que se la llevó al Meliá una buena tarde que ella libraba. Luego fueron dos noches seguidas, luego algunas comidas en La Quintería con parada en el Motel de san Juan y luego Pedro decidió contarle a Juana que su mujer había decidido darse cuenta de su error y que se habían dado una oportunidad para rehacer su matrimonio. No volvió a verle más, pero ayer noche se lo cruzó en una disco de la Calle San Fernando a las 4 de la madrugada con una veinteañera de ojos azules y habla caucásica, que la dejó, a Juana, sin alma y sin vida.
A mi, tras un largo silencio y, ante los sollozos de Juana, me salió, inesperadamente, un reproche esotérico: “¿Por qué lloras Juana? – Y me fui sin entenderlo, si, me cuesta entender que esa historia se repita eternamente, sin que el paso de los años haya permitido que varíe su contenido, solo sus protagonistas.


enriquetarragófreixes 

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