miércoles, 16 de mayo de 2018

Riesgos, vivirlos, exculparlos ... solo vivencias


Fotografía de Kai Zihel - Riesgo

16 mayo 2018

"Ay, los riesgos, Enrique, yo los asumí y me salió bien … bueno, todos menos uno. Cruzar una carretera fuera de los pasos peatonales, subir o bajarte del tranvía en marcha, engancharte al saliente de un camión cuando vas en bicicleta, subirte a las Agudes del Montseny por primera vez y sin preparación alguna, fumarte un porro a los 17 una hora antes de volver a casa,  decirle al Jefe que algo es injusto cuando tienes más de 50, meterte en un partido político antes del 78 o después del 92, sentir que tú también has votado al PP alguna vez, todo eso son riesgos veniales y perdona el sarcasmo Enrique, pero a mis 77 ya nada tiene importancia, parezco un terrorista radical pues la vida, si es por dejar de sufrir, me importa una mierda,  seguir con ella es más un suplicio que una virtud, ese mensaje tuyo del "no te rindas" y toda esa jerga que usas para tus acólitos, a mi no me sirve ... Nadie sabe como, sería una aguja maldita mal desinfectada o una inexperta diosa del amor excéntrico que me embaucó y me hizo el mal sin saber que lo insuflaba,  ningún médico lo puede asegurar,  pero ahora vivo en una urna, ahora soy un maldito".

Fidel es uno de esos amigos eternos, siempre buena gente del mundo del ladrillo, al que ves de higos a peras, y que me sorprendió en mi acto de autoconfesión marina semanal, en un día de verano, pero en un Mayo mediterráneo, cómo hoy. Yo no sabía - le dije - Ella, Gloria, que la tenia cogida de la mano, en todo momento,  mientras hablábamos con el culo en la arena los tres, se arranca de pronto y me dice:
"Lo hemos pasado mal, Enrique, a la gente le repugna hablar con alguien que tenga el VIH, yo quiero a Fidel desde hace más de cuarenta años y él también me quiere a mi, yo le animo a seguir, además,  su vida es casi normal,  pero no soporta el ostracismo al que ha sido relegado por esta injusta Sociedad.  No tenemos amigos, les molestamos, ni nos saludan, no se atreven a darnos la mano y mucho menos a besarnos ... es éste un mundo cruel".
Fidel, mientras Gloria hablaba,  estuvo con la cabeza baja y sin soltar palabra alguna, pero cuando ella terminó de hablar, él la cogió por los hombros y aún sentados la abrazó como si quisiera fundirse con ella. A mi me emocionó verlos en ese gesto ... me hizo sentir ... pensé que la vida, siempre,  tiene algo bueno que decir y te lo dice, aunque creas que nunca te ha dicho nada.



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